lunes, 30 de julio de 2012

2.2.6.2 Música y Transversalidad


A lo largo de la historia, la música ha sido utilizada como medio de expresión, pero también como recurso cognitivo, para, educar, evangelizar o trasmitir conocimientos y valores en los más diversos ámbitos, materias o disciplinas educativas.

Uno de los planteamientos más antiguos respecto a la relación música y educación, era que la música servía para conformar el carácter de un individuo y forjar la moral social. Es en la antigua Grecia, donde pensadores como Platón y Aristóteles planteaban que la instrucción musical, en la educación de un estado, era fundamental. Ambos pensadores dividían al ser humano en un ser dual -cuerpo-mente- y en ese ser, la música nutría la parte mental del ser humano y la gimnasia al cuerpo. Platón en “La República” consideraba que había tres disciplinas importantes para la educación de los jóvenes atenienses: gimnasia para el cuerpo, música para la virtud y filosofía para el trato cordial con sus amigos y aquellos a los que conoce; Es importante recalcar que el creador de la Academia, apelaba a una integración del individuo, es decir una deficiencia en cualquiera de esas tres disciplinas afectaba a las otras, por eso menciona “que la educación se mantenga pura, para que nada sea innovado ni en la gimnástica ni en la música... [porque] No se puede tocar a las reglas de la música, sin alterar las leyes fundamentales de la gobernación” (Platón, 1998. p. 497). Es evidente que a la música se le está otorgando un importante papel en la conformación de la moral. Al prohibir determinado tipo de poesía y música, Platón lo hace sobre todo, porque corrompen a la juventud y tienen bajo nivel moral. Por su parte, su discípulo, Aristóteles, en “La política” dice: “Está dividida la opinión en cuanto a las prácticas educativas, pues no todos están de acuerdo con lo que deben aprender los jóvenes, ya sea para la virtud, la vida mejor, la inteligencia o el carácter del alma” (Aristóteles, 1991, p.301), por lo que recomienda tres usos provechosos de la música: en la educación, la purificación, y el divertimiento: en educación, se deben emplear melodías y armonías expresivas del carácter; en purificación como terapéutica, alivio acompañado de placer; y en el divertimiento, como un placer noble. Si  los griegos, en tiempos de Platón y Aristóteles,  le dieron preponderancia a la parte de la música que otorgaba carácter a quien la estudiaba, quiere decir que fue vista desde un enfoque del fomento a los valores.
Ya hemos visto como los filósofos de la antigua Grecia aludían a la cualidad moral de la música, con ella se forjaba el “ethos”  tanto individual como social, que era, por decirlo así, un tema transversal.  De este hecho, podemos inferir que la transversalidad de la música consiste en la capacidad individual y social de emitir juicios de valor sobre, los efectos o significados individuales y sociales, determinada música,  ya que el juicio es resultado de las funciones psicológicas superiores,  de la  reflexión autónoma y conciente.
Puesto que la transversalidad es una forma de comunicación de orden superior, requiere de la metacognición, ya que en dicha comunicación se expresan mensajes en forma conciente y auténtica y bella.  Los productos musicales -una composición, una canción etc-, producto de un individuo, son también formas de comunicación de orden superior, donde se expresan mensajes de manera conciente y autentica, pero además bellamente, lo cual, en definitiva, nos refiere a la metacognición. Sin embargo aunque la metacognición es un requerimiento para la transversalidad, la transversalidad se lleva a cabo cuando esa comunicación individual de orden superior se socializa y se comienza a valorar en función de la sociedad.
Desarrollar la conciencia y autoconciencia de los estudiantes respecto de los fenómenos sociales -en ello la metacognición forma un papel importante- , pues es mediante ella que el estudiante podrá resolver algunos problemas que le aquejan a él y a la sociedad en la que está inserto, recordemos que “la función de la escuela es el desarrollo sociopersonal.”  (Yus, 2001,  p:42).
La música como tema transversal puede ser observado claramente en dos vertientes que se implican. La falta de educación y la salud, en cuanto a la salud se puede apreciar que el avance de la tecnología, el aumento de población, el mercado, los medios masivos de comunicación, han generado  un problema serio de contaminación acústica, lo que lleva a alteraciones no sólo del cuerpo, sino también del proceso mental y una de las enfermedades más representativas de nuestro tiempo que amenaza no sólo el equilibrio físico y psíquico del individuo, sino de la sociedad: el estrés.
Quizás parezca una exageración, pero así como hay derechos humanos que no permiten que una persona sea dañada físicamente, se necesita regular el hecho de que las personas sean dañadas  psicológicamente mediante con música, pues los medios y el mercado que la producen y distribuyen como producto en la sociedad -además de que no se trata verdaderamente del  resultado de la metacognición del artista, sino un producto mercantil con límite de caducidad- son apologías a la violencia, al sexo, al narcotráfico etc., que por supuesto daña la integridad psicológica, no sólo del individuo, sino también de la sociedad.
“Las orejas no son párpados”, es una idea de Pascal Quignard (En Jean-Luc Nancy 2002 p. 35) que puede ilustrarnos sobre la violencia auditiva. No es tan fácil como cerrar los ojos y dejar de ver, el interrumpir a voluntad la audición y por lo mismo no podemos escapar de los efectos que los sonidos propaguen en el cuerpo y en la mente.
Katia Riccardi (2011) en su artículo “La música también va a la guerra” reseña el libro “Sound Targets: American Soldiers and Music in the Irak War“ de Jonathan Pieslak, menciona como en la guerras de Irak los soldados las usan para “transformarnos en monstruos, en seres inhumanos". Por su parte Suzanne Cusick  en su  articulo La música como tortura / La música como arma. (2006) va más allá y menciona que a partir de la invasión estadounidense a Panamá en 1989, se han estado utilizando de manera sistemática  el “bombardeo sónico” y la práctica de uso de la música como instrumento de tortura. Enter Sandman” de Metallica y “I Love You” de Barney,  el Dinosaurio Morado,  han sido dos de las más usadas, y que a un volumen excesivo y en lugares cerrados,  provocan estrés, humillación personal, sexual o cultural. Respecto al daño físico no hace falta ir muy lejos, aquí en Tijuana, una calle completa dedicada al entretenimiento y la diversión –la av. Revolución- hace cimbrar a los peatones con altos volúmenes de sus aparatos de sonido; también en cualquier  zona comercial, “swap meet”, “sobreruelas” algunos comerciantes con el fin de llamar la atención sacan altavoces con “música”, que nos recuerdan más a un amago con una arma que a una invitación. Por cierto que hay armas sónicas de guerra.  Una de ellas fue utilizada en la guerra de Irak, se llama “Aparato Acústico de Largo Alcance”, o LRAD (Long Range Aboustic Device) que proyecta una franja de sonido a una intensidad de entre 120 a 150 decibeles y un alcance de 500 a 1000 metros, con dicho aparato se puede bombardear con música produciendo desorientación y confusión en quienes es dirigido, e incluso provocar desvanecimientos y sangrados de la nariz. Como se ve la música no es del todo tan bonita como se nos ha dicho, y aunque si bien es cierto que lo positivo o negativo de la música depende de su utilización, también es cierto que se debe tomar conciencia y valorar dicho fenómeno. De eso trata la transversalidad de la música.
Dice Yus Ramos (2001) que los temas transversales pueden desactivar el malestar social y las crisis sociales y que contribuyen al “mantenimiento del orden establecido y la ideología hegemónica”, pero más que eso, podrían ser un motor de cambio para esa sociedad.

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