
Toda
sociedad en cualquier tiempo se ha fundado sobre determinados valores que guían
su actuación. Dichos valores responden a
sus necesidades y es por esa razón que las instituciones sociales, desde las
educativas, sociales, económicas o políticas actúan en función de dichos
valores.
Los
valores de un modelo educativo van emparentados con los fines de un estado.
Aunque, también hay que decir que en la actualidad hay valores que van más allá
de las fronteras nacionales, como el caso del respeto a los valores humanos y a
la diversidad cultural, por lo que las sociedades deben mediar entre los
valores universales y sus propios valores, de lo contrario se cae en un desequilibrio:
una sociedad que no practique valores propios carecería de soberanía e
identidad, a la vez que un estado en el que sus valores propios pasaran por
encima de los valores universales caería en el autoritarismo y la dictadura.
Aclarar
los valores de una sociedad concreta – en este caso, el valor de la música en
el campo de la educación-, por eso se aborda en este trabajo el concepto de
transversalidad. Educación, valores
y música. Una triada que a lo
largo de la historia ha ido conformando al individuo y a la sociedad. Una
triada que es parte de un mismo problema social: niveles bajos de
aprovechamiento y un “analfabetismo musical” (Reynoso, 2009).
La
música ha sido un instrumento del aprendizaje, pero también con ella se
expresan y se instituyen el carácter y los valores de un individuo o de una
sociedad, los ejemplos son claros, por un lado los Himnos Nacionales y por
otro, su utilización en las diferentes prácticas sociales y ritos religiosas.
Música y Educación son dos fenómenos primarios de cualquier
sociedad. Desde la antigüedad diversos
autores han mencionado algunos de los efectos que resultan de la aplicación de
la música en el individuo y la sociedad.
De entre algunas de las utilizaciones que de la música se hacen, se
menciona que, además del uso de ambientación, entretenimiento o recreativo que
le damos, también estimula a la socialización, que dependiendo del tipo
de música es el tipo de emoción y estímulo físico que se produce (Mena, A.
2008), por lo que puede ser utilizada
para diversos fines que van desde su
utilización para estimular y enseñar diversos conocimientos a los infantes,
hasta aplicaciones con fines bélicos, además del uso que le dan los expertos
del marketing y sus propiedades terapéuticas y medicinales (Scout, 2009). La música es pues un elemento muy importante en la cultura.
Según Vygotsky,
(en: Wersch, 1988), la interacción
socio-cultural produce conocimientos; en este sentido, si ya la música
forma parte de nuestra vida cotidiana, de esa interacción social, por qué no
enfocarla como un tema transversal para propiciar, un conocimiento relativo a
la música y el proceso de aprendizaje-enseñanza proveniente desde nuestro
contexto.
¿Por qué la música? Porque pensamos que en la figura
del músico se levanta el ideal del ser humano, recordemos que músico es el que
practica lo relativo a las actividades de las musas, es decir, el músico,
“según ciertas acepciones, se traduce por “culto” o “cultivado” (Campos, 2009);
porque la inteligencia musical, más que un producto de la cultura parece una
actividad innata universal, es decir, la capacidad musical no es un lujo,
porque la música afecta tanto a hombres como a mujeres, e incluso a los
animales y a las plantas ( Moreno, 2008). La armonía musical provoca
percepciones emocionales en las personas, no sólo de modo individual, sino de
manera colectiva. Puede, por ejemplo, provocar alegría, tristeza o el extremo
del malestar físico al ser utilizada con fines bélicos y netamente de tortura (Cusick, 2006). Sin embargo,
en el presente trabajo nos interesa la utilización de la música con fines
educativos, específicamente en un contexto de transversalidad curricular. De acuerdo a Gardner (2001) poseemos ocho
inteligencias y cada una de ellas dispone de un sistema simbólico mediante el cual
se representan las ideas. En el proceso metacognitivo se puede concluir que sí
entendemos la lógica de un lenguaje podemos hacer uso de él, por tanto
comprender uno sólo de los lenguajes de las inteligencias múltiples, nos
facilitaría el camino para comprender a los otros. Ejecutar
una pieza musical implica a un ejecutante llevar a cabo varías actividades
físicas y mentales a la vez: lectura, motricidad, percepción, cognición,
coordinación, emoción; hay conciencia métrica y conciencia del tiempo (Reynoso,
2009), es decir la música fomenta la metacognición. Son muchos los
procesos del conocimiento y fenómenos
individuales y sociales donde la música interviene, y por eso es que se busca integrar a la
música como un tema transversal, recordemos que la transversalidad responde a
problemáticas sociales presentes que se pueden abordar desde un conjunto de
áreas curriculares (Redón, (2007).
Finalmente, la viabilidad de la investigación es grande porque la relación entre música y proceso de
enseñanza-aprendizaje es un fenómeno que se ha dado desde la antigüedad y en
todos los lugares del mundo. Esa relación, cuando menos formalmente, ha sido
vivida por menos por todas las personas que han sido participes de la educación
básica, por lo que en el caso de profesores de nivel bachillerato, consideramos
es un tema conocido.
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