
Respecto
a la cognición (conocimiento), algunos autores como Maturana & Varela (en
Quezada 2006) dicen que “Conocer es una
acción efectiva, operacionalizada en la
instancia vivida y significativa de los seres vivos, quienes generan el
conocimiento -vínculo de los observadores con los observados- en un contexto o
en un dominio.” En el artículo de Osses y Jaramillo (2008), otros autores
definen al conocimiento como representaciones de la realidad, adquiridas y almacenadas en la memoria,
donde, además del subsistema de la memoria,
son manipuladas y utilizadas por otros subsistemas del sistema cognitivo
para combinar y construir dichas representaciones. Además de definir
conocimiento, lo dividen en tipos de conocimiento, así, nos explican que hay
tres tipos de conocimiento: científico o
disciplinar: que es una compilación del conocimiento en un área de la realidad
más o menos extensa; el conocimiento representacional:
que es el conjunto de representaciones de la realidad almacenadas en la memoria
individual; y el conocimiento construido: que al ser determinado por la mayoría
de los sujetos de una comunidad es producto de una construcción social. De esos tres tipos de conocimiento, el que ha
tenido mayor desarrollo en la psicología cognitiva, de la ciencia cognitiva y
la psicología de la instrucción, es el
conocimiento representacional, al que se le ha dividido a su vez en 5
sistemas: proposicional, analógico, procedimental, distribuido y paralelo,
y de modelos mentales. De los cinco
tipos de conocimiento representacional, hay uno que se relaciona directamente
con la metacognición: el sistema procedimental, que consiste en un conjunto de procesos
cognitivos para llevar a cabo alguna acción. Dichos procesos poseen una
estructura jerárquica y para el logro
del objetivo global se requiere el logro de subobjetivos o resultados
intermedios. En cuanto al funcionamiento del sistema procedimental, se menciona
que la memoria activa juega un papel importante, pues controla al mismo tiempo
los datos exteriores y los procedentes de la memoria a largo plazo, además de
que establece y el criterio de ejecución
correcto en la finalización de la tarea y no el término de uno de sus pasos
(Osses y Jaramillo, 2008, 189).
A grandes rasgos así es como se define
conocimiento y algunos de sus tipos y, aunque aún no exploramos lo que es la Metacognición,
diremos en este punto que hay un paralelismo entre el conocimiento
procedimental y el conocimiento metacognitivo: ambos confluyen en el “saber qué” y el “saber cómo”, es decir, el
“qué se conoce” y el “cómo se conoce”, lo que implica que el conocimiento es un
proceso conciente, controlado y que puede modificarse a voluntad.
Algunos
autores manejan ideas paralelas al concepto de metacognición, por ejemplo
Ausubel, quien dice que el aprendizaje significativo se genera cuando las
tareas están relacionadas de manera congruente y el sujeto decide aprender y
como constructor de su propio conocimiento, relaciona los conceptos a aprender
y les da un sentido a partir de la estructura conceptual que ya posee.
Vygotsky, de quien nos ocuparemos mas
adelante, también menciona que el proceso cognitivo es con miras a llevar a
cabo las funciones psicológicas superiores –metacognición- que no son más que
la expresión de el conocimiento primero intersubjetivo –social- y
posteriormente intra-subjetivo. Sin embargo fue Flavell quien en 1976 utilizó y definió por
primera vez el concepto de metacognición como “supervisión,
regulación y orquestación
de los procesos cognitivos para la consecución
de una meta u objetivo concreto.” Gómez (2004) sintetiza
esta definición de Flavell y destaca dos características de la metacognición;
por un lado es un proceso relacionado
con el conocimiento de un sujeto sobre sus propios procesos mentales; por otro
lado que el acceder del sujeto a sus propios procesos cognitivos le permite
conocer mejor y controlar dicha actividad. En este sentido muchos psicólogos,
que estudian los procesos mentales de percepción y conocimiento, necesariamente manejan dichos procesos
metacognición. Ahora bien, basados en dichas definiciones provenientes de la
psicología podemos mencionar que en educación por metacognición se
entiende la conciencia que el mismo estudiante tiene de sus propios procesos de
aprendizaje, y que ello le permite conocer mejor y controlar su aprendizaje,
esto quiere decir que la metacognición, una vez puesta en práctica, conlleva
toda una serie de cualidades en el
estudiante como la autonomía, la autovaloración entre otras.
El concepto Metacognición surgió a principio de la década de los 70, cuando John Flavell, al retomar la noción de “intencionalidad” de Piaget. Según esta idea el conocimiento es intencional, es decir, que tiene la intención de dirigirse a algo y que lo hace en de manera secuenciada y por fases. Al investigar sobre “metamemoria” (que consiste en la capacidad del individuo para manejar, controlar la entrada, almacenamiento, búsqueda y recuperación de contenidos de su propia memoria), Flavell encontró de paso algunas características de la metacognición (intencional, consciente, previsora). Es sin embargo 1976, como ya mencionamos, cuando el término Metacognición aparece oficialmente al ser publicado el libro “Metacognitive aspects of problem solving” del mismo Flavell, en el que expone que la Metacognición consiste en la supervisión, la regulación y orquestación de los procesos cognitivos para la consecución de una meta u objetivo concreto (Cooper, 2009).
En 1979 Flavell publica otro libro “Metacognition and cognitive monitoring:
A new area of cognitive-developmental inquiry.”, en el que
expone que hay varios elementos a
observar en la metacognición: El conocimiento, la persona, las experiencias, las tareas o metas y las estrategias o
actividades. A grandes rasgos, Flavell los explica de la siguiente manera:
- El conocimiento metacognitivo es el conocimiento (o creencia) de los intereses, habilidades y objetivos que afectan las actividades cognitivas. Las creencias sociales o individuales acerca de los procesos de pensamiento. Conocimiento cognitivo y metacognitivo se parecen, pero difieren en su utilización. Dominar o no al conocimiento metacognitivo facilita u obstaculiza el rendimiento en situaciones de aprendizaje (en sunny cooper 2009).
- A la categoría “persona” en relación con la metacognición, Flavell dice que es el conocimiento que un individuo tiene de si mismo en relación sus procesos cognitivos. Martín del Buey (2011), lo refiere como Autoconocimiento, que es “el conocimiento y reflexión de variables personales como la edad (…) el nivel de conocimientos, las creencias, el estilo cognitivo de aprendizaje, la personalidad, condicionamientos biológicos y sociales, nivel de actividades, actitudes, hábitos de aprendizaje, motivación y emoción.” Anotemos aquí que la motivación, el “patrón de creencias positivas sobre los propios recursos para llevarlas a cabo.” (Osses y Jaramillo, 2008, p. 193), es cada vez más señalado como un factor decisivo para que se obtenga o no un objetivo de aprendizaje ya que “el aprendizaje autorregulado resulta del concurso interactivo entre cognición, metacognición y motivación.”
- Las experiencias metacognitivas son la información interna sobre el progreso, expectativas de progreso o solución, grados de comprensión o la conexión entre información nueva con la vieja. Menciona Flavell que las tareas nuevas o difíciles, realizadas bajo estrés tienden a provocar una interacción más experiencial, mientras que las tareas familiares tienden a provocar menos experiencia metacognitiva.
- Objetivos y tareas metacognitivas son el resultado, objetivo o meta que se busca de una empresa cognitiva. Se incluyen aquí la comprensión, los hechos recabados la memoria, o la producción de algo, un documento escrito, la solución de un problema matemático, o de simplemente el aumentar el conocimiento acerca de algo. El logro de un objetivo se basa en gran medida en el conocimiento y la experiencia metacognitiva. (Flavell, 1976).
- Las Estrategias metacognitivas se encargan de observar y controlar el progreso de las actividades cognitivas para ello se identifican los objetivos y sub-objetivos y se seleccionan los procesos cognitivos adecuados con el fin de que una meta cognitiva se cumpla. El aprendiz planifica y supervisa su propio proceso de aprendizaje, las actividades cognitivas en curso, y compara los resultados cognitivos de las normas internas o externas.
Osses (2008)
hace una distinción entre estrategias
cognitivas y estrategias metacognitivas;
dice que las estrategias cognitivas de aprendizaje son procedimientos o
secuencias integradas, planes de acción seleccionados entre diversas
alternativas con el fin de conseguir una meta fijada de aprendizaje para aumentar y mejorar los
productos de nuestra actividad cognitiva, favoreciendo la codificación y almacenamiento
de información, su recuperación posterior y su utilización en la solución de
problemas; en tanto que las estrategias metacognitivas de aprendizaje, son las
acciones orientadas a conocer operaciones y procesos mentales propios (qué),
saber utilizarlos (cómo) y saber readaptarlos y/o cambiarlos cuando así lo
requieran las metas propuestas, con el fin de
planificar, supervisar y evaluar la aplicación de las estrategias
cognitivas. Así, se infiere que las estrategias metacognitivas son un apoyo para
las estrategias cognitivas. Martín del Buey (2011) por su lado, agrega que
las Estrategias de control metacognitivo
consisten en “ manipular el contenido de las estrategias cognitivas en base a
la planificación, supervisión y evaluación de la actuación cognitiva, y
realizado a través de autoinstrucciones”.
Aunque Flavell fue el pionero de la
metacognición, después de él hay investigadores que también han explorado la
idea de Metacognición y la definen de formas varias. Por ejemplo, según Glaser (1994, en Osses y
Jaramillo, 2008, p. 191) la metacognición es “la conciencia que tiene el sujeto
y a la regulación que ejerce sobre su propio aprendizaje”; por su parte
Carretero (2001, en Osses y Jaramillo, 2008, p. 191), se refiere a la
metacognición como “el conocimiento que las personas construyen respecto del
propio funcionamiento cognitivo.”; Muñoz
Quezada (2006) explica que la metacognición “ implica un mecanismo de carácter
intrapsicológico que nos permite ser conscientes de algunos de los conocimientos
que manejamos y de algunos de los procesos mentales que utilizamos para
gestionar esos conocimientos, lo que vendría a ser la conciencia o
posicionamiento de la propia cognición.” ; y González de Requena Farré (2011, p.
130) nos recuerda de la metacognición que “se asociaba no sólo al conocimiento
reflexivo y consciente sobre los propios procesos cognoscitivos, sino también a
la existencia de procesos de control relacionados con mecanismos
autorregulatorios.”. Como se puede apreciar, aunque con diferentes matices
todos los autores coinciden en que la metacognición implica autocontrol y
autonomía, en los procesos cognitivos, que se desarrollan necesariamente
intrapsicológicamente,
es decir, que un individuo conozca sus potencialidades y limitaciones cognitivas,
factores internos y externos que lo
afecten en la realización de una tarea, además de que con apoyo de
estrategias, creadas por él mismo, sea capaz de conseguir el objetivo buscado. Anotamos que en dicho conocimiento
metacognitivo, también influyen factores como la memoria, la atención, la adquisición del lenguaje, la lectura, la escritura, la expresión oral, las interacciones sociales, la auto-instrucción,
el desarrollo de la personalidad y
la educación, después de todo, como Flavell mismo reconoció la cultura influye
en la formación de las creencias sobre el aprendizaje.
Entre
algunas razones para ocuparse de la metacognición se pueden enumerar las
siguientes:
1)
Porque “su presencia se correlaciona con una alta capacidad intelectual,
eficacia
y eficiencia en el trabajo.” (Martín del
Buey, F et al. 2011).
2)
Porque “es un camino viable para lograr un desarrollo más pleno de la autonomía
de los estudiantes, reflejándose éste, entre otros aspectos, en un aprendizaje
que trasciende el ámbito escolar para
proyectarse en la vida de los estudiantes, en un “aprender a aprender”. (Osses
Bustingorry, S. y Jaramillo Mora, S. 2008, p:194 )
3)
Porque las personas que más utilizan la metacognición y autorregulación, son
los sujetos expertos, quienes poseen habilidades cognitivas para razonar y
resolver problemas a partir del conocimiento bien organizado que les permiten
operar con ciertas estrategias que les posibilitan resolver los problemas de
manera efectiva en un menor tiempo con menos desgaste tanto en lo cognitivo,
como en lo emocional, y con una mayor posibilidad de éxito no sólo en la
solución, sino también en la posibilidad de que dicho aprendizaje pueda ser
transferido de manera más eficiente. (Muñoz Quezada 2006)
4)
Porque “las investigaciones realizadas han demostrado que los estudiantes que
se destacan en los ámbitos académicos de aprendizaje como la lectura,
escritura, matemáticas y la ciencia también presentan mayores niveles de
conocimiento metacognitivo acerca de ese dominio, y han desarrollado más
habilidades en la auto-regulación (Baker y Cerro, 2000, en Susan Sunny Cooper,
2009)
5)
Porque también se ha señalado que se está en una etapa de transición del
conocimiento, de un control externo realizado por los educadores, a un control
interno del conocimiento por parte del estudiante; por lo que “es necesario
enseñar a aprender y desarrollar habilidades, con tendencia al autocontrol.”
(Tovar-Gálvez, J. C. 2008. p:4),
6)
Porque el conocimiento no sólo es individual, sino cultural. El conocimiento es
social y nos pertenece a todos y hay que practicarlo. Y en ese sentido, González de Requena Farré (2011) hace notar
que la metacognición es el resultado de la internalización de procesos
socialmente compartidos, que la investigación de inspiración vygotskiana asume
que el desarrollo psíquico se produce primero entre personas,
interpsicológicamente y luego, dentro del psiquismo del individuo,
intrapsicológicamente, por lo cual, lo que hay es una reconstrucción y
transformación activa de los procesos cognitivos e interactivos mediante un
componente metacognitivo en la heterorregulación.
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