lunes, 30 de julio de 2012

Resumen




La educación, en el modelo por competencias actual, funciona a partir de tres pilares: Aprender a aprender (metacognición), aprender a hacer (procedimental) y aprender a ser (transversalidad y valores). Desde siempre, la música ha sido parte fundamental de la educación, y hoy, ya sea aprendiendo, ejecutando algún instrumento o reflexionando sobre ella,  es un incentivo para elevar los niveles educativos y de competencias, no sólo de los individuos, sino también en las instituciones educativas y en la sociedad en general. A pesar de ello, de que durante milenios ha sido una herramienta de aprendizaje, sea por falta de conocimiento, o por falta de interés educativo, económico o político, pero la música se ha visto poco a poco desplazada del aula de clases.  Hay un abandono de la música en la educación formal, sin embargo, la música continúa estando ahí, en la vida cotidiana, tanto dentro como fuera del ámbito escolar,  a veces movida por el mercado y los medios masivos de comunicación, a veces por individuos o grupos que la fomentan. Hace falta, sin embargo reflexionar sobre ella para valorar su función educativa y social. Una manera de abordarla en el ámbito educativo es precisamente desde el ámbito educativo, mediante conceptos y prácticas de enseñanza-aprendizaje que se llevan a cabo hoy mismo en el modelo educativo señalado como lo son: la metacognición y la transversalidad.
Este trabajo ha sido desarrollado en la ciudad de Tijuana Baja California México y tiene la intención de comprender en base a las definiciones, vivencias y prácticas de profesores activos el papel metacognitivo de la música en el proceso de enseñanza aprendizaje mediante su aplicación transversal. Con la idea de que los profesores enfoquen algunas de sus reflexiones y valoraciones, hacia la música y su papel en la educación con la intención de  que, si se ha planteado que la música refuerza el aprendizaje y qué es una herramienta que interviene positivamente en el desarrollo intelectual de los estudiantes, resultaría provechoso considerar su posible inclusión o su reconsideración en la carga académica (formativa) de los estudiantes de bachillerato.


Palabras clave: Educación musical, Metacognición, Transversalidad, Inteligencias múltiples, Teoría sociocultural.

CAPÍTULO I 1.1 Antecedentes


La música es una cualidad humana que ha acompañado al hombre desde los tiempos más remotos: instrumentos musicales cercanos a los 50 000 años así lo prueban. Además, la música en conjunto con la educación,  ha sido un instrumento en el proceso de hominización (Moreno, 2008).
La relación de música y educación tiene una larga historia, tanto como el lenguaje mismo “muchos eruditos sospechan que la expresión y la comunicación lingüísticos y musicales tuvieron orígenes comunes” Gardner (2001). Se pueden rastrear datos históricos específicos en los que ha jugado un papel importante. Por ejemplo, Pitágoras, cinco siglos antes de nuestra era, basado en sus descubrimientos musicales de las proporciones interválicas de los sonidos mediante la mesura de las vibraciones, formuló dos de sus ideas más reconocidas: la armonía de las esferas y la idea  de que el mundo está formado por números (Gómez, 2005). Pitágoras creo una escuela-monasterio, donde sus estudiantes, los pitagóricos, se  dedicaban al estudio de diversas disciplinas  entre ellas preferentemente las matemáticas y la música.
100 años después de Pitágoras, entre los siglo IV-III a. C.,  Platón y su discípulo Aristóteles plantearon cada uno por su parte en sus respectivas obras “La República” (1991) y “La Política”  (1998) que en la educación dos disciplinas eran fundamentales: La gimnasia para el cuerpo y la música para el espíritu. Estas ideas marcaron a la educación durante varios siglos.
Con el surgimiento del cristianismo, y la erección de un nuevo paradigma basado en el monoteísmo, la iglesia tomo el control de las instituciones educativas, implantó un nuevo modelo educativo-evangelizador que daba al traste con la parte corporal física o de la gimnasia para fomentar la parte teórica o espiritual del estudio. Para el siglo IV d.C. se crea la llamada escuela de las siete Artes liberales: el Trivium conformado por la Gramática, Dialéctica  y Retórica; y el Cuadrivium, formado por la Aritmética, Geometría, Astronomía y Música. La música continúa teniendo una importancia primordial. No es casualidad que uno de los principales legados de la época medieval sea la creación de los fundamentos de lo que hoy es la teoría musical de occidente.  
En el medioevo hubo muchos tratados de música en los que se exponían reglas musicales, reglas que además se asemejaban mucho a las reglas de conducta. Uno de esos tratados es el de Boecio, quien entre los siglos V y VI escribe “De Música”, un tratado donde da prioridad a la música vocal, en contraposición a la música instrumental, y en la que, de esta última decía que “el hecho de producir manualmente, a través de los instrumentos. No tiene valor alguno, es solo soplar un tubo o rasguear una cuerda” (Peñaloza, 2005). Boecio afirmaba que lo teórico tiene superioridad frente a lo práctico, lo espiritual frente a lo corporal. En ese sentido, si revisamos las artes liberales notaremos que la gimnasia griega fue excluida, no así la música y otras ciencias artes abstractas como la aritmética. El filósofo neoplatónico sólo confirma esa exclusión.
En la época del renacimiento, llegan los ideales humanistas en los que, se nota un alejamiento constante de la influencia de la iglesia. Muchos de los grandes genios de esa época, se sabe, eran diestros en las artes musicales, pues la música forma parte de su acervo intelectual y atractivo social. Tenemos los casos de Da Vinci, Descartes,  Jean-Jacques Rousseau quienes además de dedicarse cada uno a la ingeniería,  la filosofía, o la ciencia, también escribieron sus propios tratados y teorías musicales. El ideal humanistas, el polifacetismo, donde el artista es científico, pero también artista e inventor, llegan hasta el siglo XIX. Es notorio como en las familias burguesas de ese siglo casi siempre se contaba con un músico que amenizaba en las reuniones familiares o de amigos. Es de recalcar que a partir de ese siglo, se concreta la llamada especialización, producto de un espíritu científico positivista imperante, que como resultado llevará a que la educación musical y la educación formal se vayan separando.
Entrado el siglo XX, con el surgimiento de nuevas ciencias, en especial de la Psicología, comienzan a estudiarse los procesos de aprendizaje, surgen modelos educativos como el conductismo, la escuela activa, el constructivismo, entre otros. Se le da importancia a la forma del proceso de enseñanza aprendizaje. La música forma parte del currículo escolar, sin embargo su importancia es minada por en pro de la enseñanza del lenguaje y las  matemáticas. 
A finales del siglo XX se producen estudios especializados que religan la educación y la música. Tenemos el caso de Howard Gardner, quien en 1983 enuncia la teoría de las inteligencia múltiples, donde afirma que todos los seres humanos poseemos diferentes maneras de conocer, diferentes inteligencias, y entre ellas la Inteligencia Musical, que se  muestra cuando a una persona les atraen los sonidos de la naturaleza y todo tipo de melodías, cuando disfrutan siguiendo el compás con el pie, golpeando o sacudiendo algún objeto rítmicamente.
Unos años después, Reucher (1993, en Ramos, J. 2001), en un estudio menciona el Efecto Mozart, donde explica que el simple hecho de que una persona escuche música de este compositor austriaco del periodo clásico produce efectos que elevan el nivel de aprendizaje.
Más recientes investigaciones de la relación música y cerebro señalan que la música es un estímulo que enriquece los procesos sensoriales, cognitivos (como el pensamiento, el lenguaje, el aprendizaje y la memoria) y motores, además de fomentar la creatividad y la disposición al cambio. En un vídeo de Internet referido como (La oveja eléctrica, 2009), José Luis Díaz, neurofisiólogo mexicano explica en que consisten los estudios neurofisiológicos respecto a la música:
“La Neurofisiología busca averiguar en que partes del cerebro se procesan determinados tipos de información. En la música fundamentalmente hay dos  escuelas: Una que dice que dice que la música incide sobre  los sistemas emocionales primarios del cerebro: evoca emociones primarias: Provoca alegría o tristeza. El sistema límbico y otras partes del cerebro básicas procesa dichas emociones primarias. La otra escuela dice que están involucradas  zonas cognitivas superiores de la corteza cerebral, en la emoción musical que tienen que ver con el lenguaje y con el procesamiento de información semántica.” (Recuperado el 18 de Junio de 2010. Disponible en:

El siglo XXI trajo consigo una ola de cambios económicos, sociales, tecnológicos y educativos; sin embargo es evidente que cada vez se relegan más las actividades artísticas en favor de actividades laborales, que en efecto son importantes, pero que no lo son todo en la formación de un individuo. Las actividades artísticas y en el caso específico de la música,  son menospreciadas, sin embargo forman parte muy importante del individuo y de la sociedad, pues en todas partes nos encontramos ambientados por música, crecimos con música, aprendimos con música, nos relacionamos socialmente con música, además de que mediante ella se expresa el carácter de un individuo y de una sociedad, sin olvidar que las expresiones, mediante obras musicales –y de cualquier arte- son manifestaciones del pensamiento complejo, del pensamiento autónomo, de las llamadas funciones psicológicas superiores, e indudablemente de la metacognición y la transversalidad, conceptos que iremos desentrañando en este trabajo.

1.2 Planteamiento del problema


A la música cada vez más se le deja  fuera de la institución escolar y pareciera que uno de los actores más importantes de la educación, los profesores, no tienen interés ni conocimientos sobre una disciplina que a lo largo de la historia ha tenido una gran importancia. Nos cuestionamos: 1) ¿Cuál es la percepción que profesores de bachillerato activos tienen respecto a la relación entre música y el proceso de enseñanza aprendizaje? ¿Cuáles han sido sus vivencias respecto a esa relación? ¿Qué consideran que falta por hacer para que esa relación sea más fructífera? ¿Con la capacidad metacognitiva, que presuponemos poseen los profesores, se puede definir, enjuiciar y valorar esta crisis musical y su relación con la educación? ¿Se puede, también, mediante la transversalidad reinsertar la práctica de la música de nuevo a la escuela?  Estas son algunas interrogantes que trataremos de dilucidar en el presente trabajo.
De manera general, diremos que hay una especie de crisis educativa proveniente de los modelos educativos tradicionales, de esa tradición escolástica donde el profesor era la autoridad y su palabra la verdad; tradición imperante que desde ya hace milenios da un valor desproporcionado a la  racionalidad; tradición que, según Moreno (1993, en  Yus,1998, p: 8), se remonta a los clásicos griegos, y obedeció a los intereses de la élite que dominaba entonces una cultura que se vertebraba alrededor del pensamiento filosófico. De ahí proviene la idea de que la inteligencia se reduce a la razón-pensamiento-teoría, y por tanto se dejan de lado otro tipo de capacidades como las creativas y prácticas, que no son  otra cosa que expresiones, también de inteligencia, aunque de otro tipo de inteligencia. Como sea la racionalidad ronda por nuestra cultura y es necesaria, pero no en tal exceso que se quebrante la sensibilidad y emocionalidad y con ello desequilibre la formación integral de los individuos y las sociedades.
Concerniente a esa idea de crisis educativa, también se ha señalado que hay un desfase entre teoría y práctica, entre los contenidos ideales que se enseñan en la escuela y los que se practican en a vida cotidiana: no se corresponden. En la escuela no se aprende a conocer, sino a memorizar dogmáticamente. No hay relación entre escuela y vida, entre conocimiento y acción. Recientemente, se ha dicho que la  crisis educativa responde, a la exagerada importancia de la productividad especialista, a la unidimensionalidad mercantil, es decir, en un mundo donde la regla que rige es la del mercado, a la escuela le preocupa más satisfacer los requerimientos del mercado que a la formación integral del individuo y por ende de la sociedad (Yus, 2001, p.41).
El papel que han tomado los medios masivos de comunicación, como el periódico, la radio, la televisión y últimamente Internet,  también ha determinado  a la educación. El poder tradicionalmente otorgado a la escuela se desvanece ante el peso de la información y el entretenimiento de los medios masivos de comunicación. Los medios que toman el lugar de la escuela, que si bien es cierto, no es su finalidad principal, también es cierto que educan, aunque su educación no responda a la formación integral del individuo, sino a los intereses del mercado.
Ahora bien, es común escuchar opiniones en las que se acusa a los artistas de irracionales,  y que por tanto, en una sociedad donde se valora más a la racionalidad, se puede prescindir de ellos no sólo en educación, sino socialmente. Ese es el meollo del asunto, se está prescindiendo de la música en base a una opinión prácticamente infundada, y la sociedad parece no percatarse. Basta analizar un poco los programas y planes de estudio de la Secretaria de educación Pública (SEP) para darnos cuenta de este hecho. En México en educación básica el estudio de la música es muy reducido, a excepción de la etapa preescolar, donde los niños juegan y aprenden con música en las etapas posteriores se va disminuyendo su estudio. En primaria el plan de estudios (2009) contempla una hora para la practica de la educación artística, en el plan de estudios de secundaria (2006) dos horas. Si recordamos que por educación artística se entiende estudio de pintura, danza, teatro o música, entonces el tiempo de estudio de la música se reduce.  Eso quiere decir que si  en el año están contempladas 40 horas clase de educación artística y se divide entre las cuatro disciplinas (pintura, danza, teatro o música) el resultado es de 10 horas anuales;   si a esto le aunamos el hecho de que en muchas ocasiones la baja capacidad del maestro para dominar, no sólo la disciplina musical, sino también la pedagogía musical, tenemos que la actividad musical de los estudiantes en México es casi nimia, por no decir nula.
La música tiene una gama grande y concreta de aplicaciones en diversos rubros de la actividad humana; sin embargo en nuestra sociedad se ha descuidado su práctica con fines educativos, lo que ha degenerado en un “analfabetismo musical”. Karla María Reynoso (2009) menciona lo siguiente: 
“La mayoría de la población mexicana, personas que no tuvimos una preparación musical especializada, tenemos una capacidad efectiva de comunicación musical aproximada a la de un niño de 10 años. Podemos disfrutar y entender la música con la que estamos familiarizados; pero comprendemos y significamos  parcialmente la música de estructuración compleja; la mayoría de nosotros, analfabetas musicales, estamos limitados en la comprensión y expresión musical.” (Reynoso, 2009. P. 56)

También la Asociación Mateo Albeniz (1999), dedicada al fomento de la música, considera que la falta de educación musical a degenerado en una cultura del ruido, lo cual supone un daño no sólo psicológico, sino físico, del hombre y la naturaleza.
Como puede apreciarse, el escenario en el que nos movemos respecto a la educación musical no es nada halagador, y menos cuando intentamos comprender las implicaciones que conlleva dicho problema. Tratemos de explicar esas implicaciones usando el principio físico de los vasos comunicantes, para tener una idea de la dimensión del problema que planteamos.
Los vasos comunicantes son una serie de recipientes comunicados entre sí, en los que, sin importar la forma que pudieran tener, al ser llenados con un líquido, éste recorre la totalidad los vasos hasta alcanzar en todos un mismo nivel. Nosotros hacemos la analogía con la sociedad. La sociedad está compuesta por diversos elementos (vasos comunicantes) como son, por ejemplo, el arte, la educación o el deporte.  Un simple vistazo a los resultados que nuestro país tienen el ámbito internacional en educación o en deportes se puede deducir qué el  analfabetismo musical del que hablamos no es un caso aislado, y al igual que en los vasos comunicantes, el rendimiento se extiende a otras disciplinas, y entonces comprendemos porque el nivel en ámbitos como los educativos, sociales y culturales de nuestro país es tan bajo.
Nuestra idea es que al igual que en los vasos comunicantes, no importa en cuál vaso se vierta el líquido, el nivel de todos los vasos subirá. Nosotros proponemos la práctica de la música como tema transversal, las razones las explicaremos más adelante, porque pensamos que al elevar el nivel de educación musical, se eleva el nivel de la educación en general. No es cuestión de ocurrencia, sino de sentido común, de lógica: una persona que no desarrolla uno de los sentidos (el oído)  o una de sus inteligencias (la inteligencia musical) no es un ser humano con un desarrollo integral.

1.3 Objetivo general




El objetivo de la presente investigación comprender en base a las definiciones, vivencias y prácticas de profesores activos el papel metacognitivo de la música en el proceso de enseñanza-aprendizaje mediante su aplicación transversal La investigación parte de la necesidad de entender por qué hay un aparente abandono del estudio de a música en la actualidad si se sabe que es y ha sido una herramienta muy importante en el proceso de enseñanza aprendizaje, y si hace falta o no retomarla.
Hay dos preguntas  que guían el resultado de esta investigación: ¿Cómo definen los profesores, como individuos insertos y actores importantes en el proceso de enseñanza- aprendizaje el valor de la relación entre  la música y el proceso de enseñanza aprendizaje en el contexto actual? y ¿por qué es necesario reflexionar en torno al significado, importancia, efectos y valoraciones de la música tanto en el individuo como en la sociedad? A primera vista son muy diferentes, sin embargo hay una relación muy estrecha que nos encargaremos de dilucidar en este trabajo.  Diremos de manera simple que en ambas preguntas subyacen dos concepto: Metacognición y transversalidad, y que ambos conceptos son fundamentales en el modelo educativo  de nuestro contexto.
Para poder realizar el trabajo que nos proponemos, necesitaremos cumplir algunas Objetivos específicos:

1) Leer material documental  que nos informe sobre
los conceptos Metacognición y la Transversalidad, conceptos que influyen
en la conformación cultural de  un fenómeno. En otras palabras, buscamos
entender que papel juegan la metacognición (aprender a aprender) y la
transversalidad (Saber ser) -elementos muy importantes en el modelo educativo actual- , como funciones mentales superiores en la
construcción de un símbolo: la importancia de la música en el proceso de
enseñanza aprendizaje.
2) Recopilar datos mediante el instrumento de la entrevista para constatar la
situación real de la metacognición y transversalidad de la relación música-
aprendizaje. Para ellos se entrevistará  a diversos individuos,
principalmente  músicos, psicólogos  y profesores activos en la práctica
docente a nivel bachillerato. Con la intención de ampliar la información que
hay sobre el tema.
5) Analizar  con  las experiencias de quienes participen en este trabajo y
definir como es que se percibe la relación música con el proceso de
enseñanza-aprendizaje y en base a qué se realiza esa definición.
6) Relacionar los resultados de los datos obtenidos con la información documental.

1.4 Justificación


Al comprender el significado de las vivencias y experiencias de los profesores, podemos tener un conocimiento más profundo de la relación entre la música y el proceso de enseñanza aprendizaje. Tal conocimiento permitirá entender la situación en que se encuentra esa relación, principalmente, en el contexto en que se realizó la investigación, las cualidades y beneficios, las prácticas y maneras en que puede llevarse a cabo dichas prácticas en las aulas escolares, además de proponer perspectivas de futuras investigaciones sobre el tema.
Toda sociedad en cualquier tiempo se ha fundado sobre determinados valores que guían su actuación.  Dichos valores responden a sus necesidades y es por esa razón que las instituciones sociales, desde las educativas, sociales, económicas o políticas actúan en función de dichos valores.
Los valores de un modelo educativo van emparentados con los fines de un estado. Aunque, también hay que decir que en la actualidad hay valores que van más allá de las fronteras nacionales, como el caso del respeto a los valores humanos y a la diversidad cultural, por lo que las sociedades deben mediar entre los valores universales y sus propios valores, de lo contrario se cae en un desequilibrio: una sociedad que no practique valores propios carecería de soberanía e identidad, a la vez que un estado en el que sus valores propios pasaran por encima de los valores universales caería en el autoritarismo y la dictadura.
Aclarar los valores de una sociedad concreta – en este caso, el valor de la música en el campo de la educación-, por eso se aborda en este trabajo el concepto de transversalidad. Educación, valores  y  música. Una triada que a lo largo de la historia ha ido conformando al individuo y a la sociedad. Una triada que es parte de un mismo problema social: niveles bajos de aprovechamiento y un “analfabetismo musical” (Reynoso, 2009).
La música ha sido un instrumento del aprendizaje, pero también con ella se expresan y se instituyen el carácter y los valores de un individuo o de una sociedad, los ejemplos son claros, por un lado los Himnos Nacionales y por otro, su utilización en las diferentes prácticas sociales y ritos religiosas. Música y Educación son dos  fenómenos primarios de cualquier sociedad.  Desde la antigüedad diversos autores han mencionado algunos de los efectos que resultan de la aplicación de la música en el individuo y la sociedad.  De entre algunas de las utilizaciones que de la música se hacen, se menciona que, además del uso de ambientación, entretenimiento o recreativo que le damos, también estimula a la socialización, que dependiendo del tipo de música es el tipo de emoción y estímulo físico que se produce (Mena, A. 2008),  por lo que puede ser utilizada para diversos fines que van desde  su utilización para estimular y enseñar diversos conocimientos a los infantes, hasta aplicaciones con fines bélicos, además del uso que le dan los expertos del marketing y sus propiedades terapéuticas y medicinales (Scout, 2009).  La música es pues  un elemento muy importante en la cultura. Según Vygotsky, (en: Wersch, 1988), la interacción  socio-cultural produce conocimientos; en este sentido, si ya la música forma parte de nuestra vida cotidiana, de esa interacción social, por qué no enfocarla como un tema transversal para propiciar, un conocimiento relativo a la música y el proceso de aprendizaje-enseñanza proveniente desde nuestro contexto.
¿Por qué la música? Porque pensamos que en la figura del músico se levanta el ideal del ser humano, recordemos que músico es el que practica lo relativo a las actividades de las musas, es decir, el músico, “según ciertas acepciones, se traduce por “culto” o “cultivado” (Campos, 2009); porque la inteligencia musical, más que un producto de la cultura parece una actividad innata universal, es decir, la capacidad musical no es un lujo, porque la música afecta tanto a hombres como a mujeres, e incluso a los animales y a las plantas ( Moreno, 2008). La armonía musical provoca percepciones emocionales en las personas, no sólo de modo individual, sino de manera colectiva. Puede, por ejemplo, provocar alegría, tristeza o el extremo del malestar físico al ser utilizada con fines bélicos y netamente de tortura (Cusick, 2006). Sin embargo, en el presente trabajo nos interesa la utilización de la música con fines educativos, específicamente en un contexto de transversalidad curricular.  De acuerdo a Gardner (2001) poseemos ocho inteligencias y cada una de ellas dispone de un sistema simbólico mediante el cual se representan las ideas. En el proceso metacognitivo se puede concluir que sí entendemos la lógica de un lenguaje podemos hacer uso de él, por tanto comprender uno sólo de los lenguajes de las inteligencias múltiples, nos facilitaría el camino para comprender a los otros.   Ejecutar una pieza musical implica a un ejecutante llevar a cabo varías actividades físicas y mentales a la vez: lectura, motricidad, percepción, cognición, coordinación, emoción; hay conciencia métrica y conciencia del tiempo (Reynoso, 2009), es decir la música fomenta la metacognición. Son muchos los procesos  del conocimiento y fenómenos individuales y sociales donde la música interviene, y  por eso es que se busca integrar a la música como un tema transversal, recordemos que la transversalidad responde a problemáticas sociales presentes que se pueden abordar desde un conjunto de áreas curriculares (Redón,  (2007).
Finalmente, la viabilidad  de la investigación es grande porque  la relación entre música y proceso de enseñanza-aprendizaje es un fenómeno que se ha dado desde la antigüedad y en todos los lugares del mundo. Esa relación, cuando menos formalmente, ha sido vivida por menos por todas las personas que han sido participes de la educación básica, por lo que en el caso de profesores de nivel bachillerato, consideramos es un tema conocido.

CAPITULO II 2.1 La fundamentación teórica.


En este capítulo, que es el más extenso, abordaremos con mayor amplitud los conceptos y teorías señalados: Metacognición, transversalidad, teoría sociocultural, teoría de las inteligencias múltiples. Abordaremos también estudios neurofisiológicos -la relación música cerebro-  para entender de manera científica el proceso o procesos en los que interviene la música en la adquisición de conocimientos y que consideramos apoyan la idea de que la música forma parte de las cualidades inherentes del ser humano, cualidades que están estrechamente relacionadas con el intelecto y el pensar, este último característica particular de la actividad humana.  Posteriormente, haremos una serie de conexiones entre los conceptos y las teorías aquí expuestas con el fin de dilucidar el conocimiento, los datos que estamos buscando y que aporten algo a la práctica de enseñanza-aprendizaje  cotidiana; además, claro está de fundamentar la investigación.
Las cuatro posiciones teóricas a revisar confluyen en la autonomía en la resolución de problemas. En la teoría sociocultural, a grandes rasgos, se expresa que el conocimiento se produce primero a nivel inferior, en el plano interpsicológico, es decir, en el ámbito social donde el individuo aprehende las herramientas psicológicas;  luego en un nivel superior o intra-psicológico, en la conciencia del individuo, donde utlizando las herramientas psicológicas es capaz de crear y transformar al mundo.  Gardner (2001, Pág. 5) define inteligencia como “la capacidad de resolver problemas, o de crear productos, que sean valiosos en uno o más ambientes culturales.”  La metacognición es la capacidad de aprender a aprender con la finalidad de crear estrategias y resolver problemas de forma autónoma.  La transversalidad consiste en una actitud crítica-axiológica ante la realidad con el fin de proponer soluciones o en otras palabras la transversalidad busca “resolver problemas”  que aquejan a una sociedad concreta. A continuación haremos una exposición de las características principales de cada teoría y posteriormente una serie de conexiones entre ellas con el fin de tratar de entender la relación entre los conceptos y poder interpretar los datos colectados en las entrevistas a realizar.

2.2 Teorías



Exploramos a continuación cuatro teorías que han servido de fundamento para llevar a cabo esta investigación. De la metacognición diremos que es uno de los ideales de estudiante que  se tiene del  proceso de enseñanza-aprendizaje. Es decir, una de las metas del modelo educativo contemporáneo es que los estudiantes sean capaces de saber qué quieren conocer y cómo lo van a llevar a cabo, es decir crear estrategias de conocimiento para resolver problemas de aprendizaje, y por qué no, otro tipo de problemas. Respecto a la Transversalidad, vemos que se trata de una tendencia educativa en la que se busca formar a estudiantes capaces de emitir juicios axiológicos, mediante prácticas educativas apropiadas al modelo educativo que en estos tiempos se lleva a cabo. Dichos juicios por supuesto deben llevar la intención de resolver problemas que afecten a la sociedad en su conjunto. Por cierto que, si hemos de atender a la idea de los filósofos griegos para la emisión de juicios se requiere de un pensamiento de orden superior, episteme, y no mera opinión o doxa, y en esto, en el pensamiento fundamentado  es en lo que se parece con la metacognición y como veremos con las funciones psicológicas superiores propuestas en la teoría socio-cultural. En relación a la teoría de las inteligencias múltiples, ya mencionamos que la definición que hace Gardner de inteligencia es “la capacidad de resolver problemas”, definición que cuadra muy bien con la idea de metacognición, transversalidad y teoría sociocultural.  Finalmente Hay un apartado sobre Neurofisiología, música y cerebro, en el que se revisa de manera breve el funcionamiento del cerebro, lugar del proceso de enseñanza aprendizaje,  en su relación con la música.

2.2.1 Metacognición



Para entender la palabra metacognición es necesario primero hacer un acercamiento lexicológico. Al  analizar la palabra, vemos que está formada por dos vocablos: “Meta” y “Cognición”. El término “Meta” tiene dos significados, producto de sus raíces griega y latina. Meta en latín significa “límite de algo”, pero Meta, de origen griego, significa “más allá de”. Por su parte, el término cognición proviene del latín cognoscere y se trata, en un sentido, del verbo conocer (captar, conseguir o poseer un dato o datos de algo, fenómeno o cosa); y en otro sentido al conocer  sustantivado, es decir, “el conocer” (Conocimiento) como proceso de integrar al cognoscente datos externos. Así, de manera etimológica podríamos definir a la metacognición o como conocer “más allá del conocer” o como “conocimiento del conocimiento”, sin embargo es poco claro el concepto,  por lo que se requiere una explicación un poco más amplia. Lo que a continuación realizaremos, primeramente explicando lo que es la cognición y luego la metacognición.
Respecto a la cognición (conocimiento), algunos autores como Maturana & Varela (en Quezada 2006) dicen que  “Conocer es una acción efectiva,  operacionalizada en la instancia vivida y significativa de los seres vivos, quienes generan el conocimiento -vínculo de los observadores con los observados- en un contexto o en un dominio.” En el artículo de Osses y Jaramillo (2008), otros autores definen al conocimiento como representaciones de la realidad,  adquiridas y almacenadas en la memoria, donde, además del subsistema de la memoria,  son manipuladas y utilizadas por otros subsistemas del sistema cognitivo para combinar y construir dichas representaciones. Además de definir conocimiento, lo dividen en tipos de conocimiento, así, nos explican que hay tres tipos de conocimiento:  científico o disciplinar: que es una compilación del conocimiento en un área de la realidad más o menos extensa; el  conocimiento representacional: que es el conjunto de representaciones de la realidad almacenadas en la memoria individual; y el conocimiento construido: que al ser determinado por la mayoría de los sujetos de una comunidad es producto de una construcción social.  De esos tres tipos de conocimiento, el que ha tenido mayor desarrollo en la psicología cognitiva, de la ciencia cognitiva y la psicología de la instrucción, es el  conocimiento representacional, al que se le ha dividido a su vez en 5 sistemas: proposicional, analógico, procedimental, distribuido y paralelo, y  de modelos mentales. De los cinco tipos de conocimiento representacional, hay uno que se relaciona directamente con la metacognición: el sistema procedimental, que  consiste en un conjunto de procesos cognitivos para llevar a cabo alguna acción. Dichos procesos poseen una estructura jerárquica y  para el logro del objetivo global se requiere el logro de subobjetivos o resultados intermedios. En cuanto al funcionamiento del sistema procedimental, se menciona que la memoria activa juega un papel importante, pues controla al mismo tiempo los datos exteriores y los procedentes de la memoria a largo plazo, además de que establece y  el criterio de ejecución correcto en la finalización de la tarea y no el término de uno de sus pasos (Osses y Jaramillo, 2008, 189).
 A grandes rasgos así es como se define conocimiento y algunos de sus tipos y, aunque aún no exploramos lo que es la Metacognición, diremos en este punto que hay un paralelismo entre el conocimiento procedimental y el conocimiento metacognitivo: ambos confluyen en el  “saber qué” y el “saber cómo”, es decir, el “qué se conoce” y el “cómo se conoce”, lo que implica que el conocimiento es un proceso conciente, controlado y que puede modificarse a voluntad.
Algunos autores manejan ideas paralelas al concepto de metacognición, por ejemplo Ausubel, quien dice que el aprendizaje significativo se genera cuando las tareas están relacionadas de manera congruente y el sujeto decide aprender y como constructor de su propio conocimiento, relaciona los conceptos a aprender y les da un sentido a partir de la estructura conceptual que ya posee. Vygotsky, de quien nos ocuparemos  mas adelante, también menciona que el proceso cognitivo es con miras a llevar a cabo las funciones psicológicas superiores –metacognición- que no son más que la expresión de el conocimiento primero intersubjetivo –social- y posteriormente intra-subjetivo. Sin embargo fue   Flavell quien en 1976 utilizó y definió por primera vez el concepto de metacognición como “supervisión, regulación y orquestación de los procesos cognitivos para la consecución de una  meta u objetivo concreto.” Gómez (2004) sintetiza esta definición de Flavell y destaca dos características de la metacognición; por un lado es  un proceso relacionado con el conocimiento de un sujeto sobre sus propios procesos mentales; por otro lado que el acceder del sujeto a sus propios procesos cognitivos le permite conocer mejor y controlar dicha actividad. En este sentido muchos psicólogos, que estudian los procesos mentales de percepción y conocimiento,  necesariamente manejan dichos procesos metacognición. Ahora bien, basados en dichas definiciones provenientes de la psicología podemos mencionar que en educación por metacognición se entiende la conciencia que el mismo estudiante tiene de sus propios procesos de aprendizaje, y que ello le permite conocer mejor y controlar su aprendizaje, esto quiere decir que la metacognición, una vez puesta en práctica, conlleva toda una serie de  cualidades en el estudiante como la autonomía, la autovaloración entre otras.

El concepto Metacognición surgió a principio de la década de los 70, cuando John Flavell,  al retomar  la noción de “intencionalidad” de Piaget. Según esta idea el conocimiento es intencional, es decir, que tiene la intención  de dirigirse a algo y que lo hace en de manera secuenciada y por fases. Al investigar sobre “metamemoria” (que consiste en la capacidad del individuo para manejar, controlar la entrada, almacenamiento, búsqueda y recuperación de contenidos de su propia memoria), Flavell encontró de paso algunas características de la metacognición (intencional, consciente, previsora). Es sin embargo 1976, como ya mencionamos, cuando el término Metacognición aparece oficialmente al ser publicado el libro “Metacognitive aspects of problem solving” del mismo Flavell, en el que expone que la Metacognición  consiste en la supervisión, la  regulación y orquestación de los procesos cognitivos para la consecución de una  meta u objetivo concreto (Cooper, 2009).
En 1979 Flavell publica otro libro “Metacognition and cognitive monitoring: A new area of cognitive-developmental inquiry.”, en el que expone que hay varios elementos  a observar en la metacognición: El conocimiento, la persona, las experiencias, las tareas o metas y las estrategias o actividades. A grandes rasgos, Flavell los explica de la siguiente manera:

  • El conocimiento metacognitivo es el conocimiento (o creencia) de los intereses, habilidades y objetivos que afectan las  actividades cognitivas. Las creencias sociales o individuales acerca de los procesos de pensamiento. Conocimiento cognitivo y metacognitivo se parecen, pero difieren en su utilización. Dominar o no al conocimiento metacognitivo facilita u obstaculiza el rendimiento en situaciones de aprendizaje (en sunny cooper 2009).

  • A la categoría “persona” en relación con la metacognición, Flavell dice que es el conocimiento que un individuo tiene de si mismo en relación sus procesos cognitivos. Martín del Buey (2011), lo refiere como Autoconocimiento, que es “el conocimiento y reflexión de variables personales como la edad (…) el nivel de conocimientos, las creencias, el estilo cognitivo de aprendizaje, la personalidad, condicionamientos biológicos y sociales, nivel de actividades, actitudes, hábitos de aprendizaje, motivación y emoción.” Anotemos aquí que la motivación, el “patrón de creencias positivas sobre los propios recursos para llevarlas a cabo.” (Osses y Jaramillo, 2008, p. 193), es cada vez más señalado como un factor decisivo para que se obtenga o no un objetivo de aprendizaje ya que el aprendizaje autorregulado resulta del concurso interactivo entre cognición, metacognición y motivación.” 

  • Las experiencias metacognitivas son la información interna sobre el progreso, expectativas de progreso o solución, grados de comprensión o la conexión entre información nueva con la vieja. Menciona Flavell que las tareas nuevas o difíciles, realizadas bajo estrés tienden a provocar una interacción más experiencial, mientras que las tareas familiares tienden a provocar menos experiencia metacognitiva.

  • Objetivos y tareas metacognitivas son el resultado,  objetivo o meta que se busca  de una empresa cognitiva. Se incluyen aquí la comprensión,  los hechos recabados la memoria, o la producción de algo, un documento escrito, la solución de un problema matemático, o de simplemente el aumentar el conocimiento acerca de algo. El logro de un objetivo se basa en gran medida en el conocimiento y la experiencia metacognitiva. (Flavell, 1976).

  • Las Estrategias metacognitivas se encargan de observar y controlar el progreso de  las actividades cognitivas para ello se identifican los objetivos y sub-objetivos y se seleccionan los procesos cognitivos adecuados con el fin de  que una meta cognitiva se cumpla.  El aprendiz  planifica y supervisa su propio proceso de aprendizaje, las actividades cognitivas en curso, y compara los resultados cognitivos de las normas internas o externas.

Osses (2008) hace una distinción entre  estrategias cognitivas  y estrategias metacognitivas; dice que las estrategias cognitivas de aprendizaje son procedimientos o secuencias integradas, planes de acción seleccionados entre diversas alternativas con el fin de conseguir una meta fijada de  aprendizaje para aumentar y mejorar los productos de nuestra actividad cognitiva, favoreciendo la codificación y almacenamiento de información, su recuperación posterior y su utilización en la solución de problemas; en tanto que las estrategias metacognitivas de aprendizaje, son las acciones orientadas a conocer operaciones y procesos mentales propios (qué), saber utilizarlos (cómo) y saber readaptarlos y/o cambiarlos cuando así lo requieran las metas propuestas, con el fin de  planificar, supervisar y evaluar la aplicación de las estrategias cognitivas. Así, se infiere que las estrategias metacognitivas son un apoyo para las estrategias cognitivas. Martín del Buey (2011) por su lado, agrega que las  Estrategias de control metacognitivo consisten en “ manipular el contenido de las estrategias cognitivas en base a la planificación, supervisión y evaluación de la actuación cognitiva, y realizado a través de autoinstrucciones”. 
Aunque Flavell fue el pionero de la metacognición, después de él hay investigadores que también han explorado la idea de Metacognición y la definen de formas varias. Por ejemplo, según Glaser (1994, en Osses y Jaramillo, 2008, p. 191) la metacognición es “la conciencia que tiene el sujeto y a la regulación que ejerce sobre su propio aprendizaje”; por su parte Carretero (2001, en Osses y Jaramillo, 2008, p. 191), se refiere a la metacognición como “el conocimiento que las personas construyen respecto del propio funcionamiento cognitivo.”;  Muñoz Quezada (2006) explica que la metacognición “ implica un mecanismo de carácter intrapsicológico que nos permite ser conscientes de algunos de los conocimientos que manejamos y de algunos de los procesos mentales que utilizamos para gestionar esos conocimientos, lo que vendría a ser la conciencia o posicionamiento de la propia cognición.” ; y González de Requena Farré (2011, p. 130) nos recuerda de la metacognición que “se asociaba no sólo al conocimiento reflexivo y consciente sobre los propios procesos cognoscitivos, sino también a la existencia de procesos de control relacionados con mecanismos autorregulatorios.”. Como se puede apreciar, aunque con diferentes matices todos los autores coinciden en que la metacognición implica autocontrol y autonomía, en los procesos cognitivos, que se desarrollan necesariamente intrapsicológicamente, es decir, que un individuo conozca sus potencialidades y limitaciones cognitivas, factores internos y externos que lo  afecten en la realización de una tarea, además de que con apoyo de estrategias, creadas por él mismo, sea capaz de conseguir el objetivo buscado.   Anotamos que en dicho conocimiento metacognitivo, también influyen factores como la memoria, la atención, la adquisición del lenguaje, la lectura, la escritura, la expresión oral, las interacciones sociales, la auto-instrucción, el desarrollo de la personalidad y la educación, después de todo, como Flavell mismo reconoció la cultura influye en la formación de las creencias sobre el aprendizaje.
Entre algunas razones para ocuparse de la metacognición se pueden enumerar las siguientes:

1) Porque “su presencia se correlaciona con una alta capacidad intelectual,
eficacia y eficiencia en el trabajo.”  (Martín del Buey, F et al. 2011).


2) Porque “es un camino viable para lograr un desarrollo más pleno de la autonomía de los estudiantes, reflejándose éste, entre otros aspectos, en un aprendizaje que trasciende  el ámbito escolar para proyectarse en la vida de los estudiantes, en un “aprender a aprender”. (Osses Bustingorry, S. y Jaramillo Mora, S. 2008, p:194 )

3) Porque las personas que más utilizan la metacognición y autorregulación, son los sujetos expertos, quienes poseen habilidades cognitivas para razonar y resolver problemas a partir del conocimiento bien organizado que les permiten operar con ciertas estrategias que les posibilitan resolver los problemas de manera efectiva en un menor tiempo con menos desgaste tanto en lo cognitivo, como en lo emocional, y con una mayor posibilidad de éxito no sólo en la solución, sino también en la posibilidad de que dicho aprendizaje pueda ser transferido de manera más eficiente. (Muñoz Quezada 2006)

4) Porque “las investigaciones realizadas han demostrado que los estudiantes que se destacan en los ámbitos académicos de aprendizaje como la lectura, escritura, matemáticas y la ciencia también presentan mayores niveles de conocimiento metacognitivo acerca de ese dominio, y han desarrollado más habilidades en la auto-regulación (Baker y Cerro, 2000, en Susan Sunny Cooper, 2009)

5) Porque también se ha señalado que se está en una etapa de transición del conocimiento, de un control externo realizado por los educadores, a un control interno del conocimiento por parte del estudiante; por lo que “es necesario enseñar a aprender y desarrollar habilidades, con tendencia al autocontrol.” (Tovar-Gálvez, J. C. 2008. p:4),

6) Porque el conocimiento no sólo es individual, sino cultural. El conocimiento es social y nos pertenece a todos y hay que practicarlo. Y en ese sentido,  González de Requena Farré (2011) hace notar que la metacognición es el resultado de la internalización de procesos socialmente compartidos, que la investigación de inspiración vygotskiana asume que el desarrollo psíquico se produce primero entre personas, interpsicológicamente y luego, dentro del psiquismo del individuo, intrapsicológicamente, por lo cual, lo que hay es una reconstrucción y transformación activa de los procesos cognitivos e interactivos mediante un componente metacognitivo en la heterorregulación.

2.2.2 Transversalidad



Es a partir de la última década del siglo XX, producto de una reforma educativa impulsada por el  Ministerio de Educación de España (MEC) y con la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE) de 1991, que el concepto la transversalidad es integrado a la educación española.
¿Qué es la transversalidad? Una definición de diccionario nos dice que transversal es un adjetivo que significa “Que se halla atravesado de un lado a otro” (Vox, 2001). Con ésta breve definición podemos comenzar a definir la transversalidad en educación como algo que la atraviesa de un lado a otro, de los contenidos, a los procedimientos, de las actitudes a las relaciones humanas. Pero, ¿qué es eso que atraviesa a la educación? Muñoz de Lacalle (1997, p. 172) proporciona dos planteamientos que sobre transversalidad hacen González Lucini y Yus Ramos. El primero, González Lucini, plantea que la transversalidad representa un proyecto ético de connotaciones religiosas, comprometido con valores espirituales; el segundo, Yus Ramos plantea que es la representación educativa de valores sociales con carácter moral. Por tanto,  lo que atraviesa a la educación es la ética, los valores, es decir la reflexión moral y axiológica sobre los contenidos y prácticas educativas, y más allá del ámbito educativo, de la vida misma.
Hoy, cuando en educación se menciona la transversalidad se alude a determinados temas, contenidos o competencias que se extienden en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje.  La transversalidad se ha asentado sobre todo en el ámbito de los valores. Respecto a está afirmación, Paredes & Ávila, (2008) mencionan que:  
“La transversalidad adopta una actitud crítica y constructiva a favor del desarrollo de los valores éticos fundamentales, ayudando al alumno a adquirir una actitud moral, de ruptura con esquemas preestablecidos y la creación e invención de lo que está por establecerse, con visión a un proyecto de vida, individual y colectivo, fomentando la solidaridad moral e intelectual.” (Paredes & Ávila, 284)

Se podría entender que la transversalidad es un conjunto de saberes transdisciplinarios que permean en las diferentes materias y quehaceres del proceso aprendizaje-enseñanza, que duran toda la vida y que deben movilizar otros saberes para posibilitar la interacción humana; pero no se trata solamente de la transdisciplinaridad, “sino entre saberes y deberes, entre investigación y proyecto de sociedad.”  (Martín-Barbero, 2003. p. 29). Y ya  que se menciona el término transdisciplinariedad, es necesario señalar que transdisciplinariedad, multidisciplinariedad e interdisciplinariedad, son términos con significados muy parecidos entre ellos y que incluso pudieran confundirse con la transversalidad, sin embargo hay diferencias; lo multidisciplinario consiste en agrupar  diversas disciplinas de manera independiente pero en un proyecto común; lo interdisciplinario es la cooperación entre disciplinas para llegar a determinados objetivos; en tanto que lo transdisciplinario se refiere compartir un marco teórico y metodológico para abordar de manera común un problema (Arteaga (2005); la transversalidad consiste en llevar a cabo las más diversas  actividades mediante la práctica de los valores, la comunicación o la cultura general, por eso un valor puede ser practicado en materias tan diferentes como  matemáticas o educación física. La educación del México de nuestros tiempos, busca educar en la transversalidad sabiendo que ello implica cambios en la manera de concebir y estructurar al sistema educativo,  cambios que aporten nuevos elementos éticos, sociológicos e incluso psicológicos, de tal manera que “remueve los cimientos más sólidos de la institución para ponerla al servicio de un colectivo.” (Paredes & Ávila , 285).
Recapitulando, el concepto de Transversalidad, fue introducido por la reforma educativa española de 1991 (LOGSE), en dicha reforma se presentaron ocho temas transversales: Educación ambiental, Educación para la paz, Educación del consumidor, Educación vial, Educación para la igualdad de oportunidades entre sexos, Educación para la salud, Educación en la sexualidad y Educación cívica-moral. Se planteó que cada tema transversal se puede estudiar desde las diferentes disciplinas, con cual se enriquece de las experiencias y  profundidad que cada una de esas áreas le provea.
Los temas de transversales son contenidos de  enseñanza fundamentalmente  actitudinales, en los que se busca dar respuesta al cómo actuar ante una determinada problemática que pueda presentarse en cualquier ámbito de la vida social. Según Muñoz de Lacalle (1997, p. 165) los temas transversales se dividen en dos tipos:
a) Temas identificados con los grandes valores tradicionales, que desde una perspectiva actual,  aluden a problemas que han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad como son los valores éticos, la solidaridad ciudadana, la paz, la democracia,  la tolerancia,  la igualdad o la justicia.

b) Temas relacionados con aspectos utilitaristas, concretos y  coyunturales, vinculados con la actualidad.  Su finalidad se asocia con una mejora de calidad de vida de una sociedad específica, pero que tendrían poco sentido en otras épocas o sociedades, por ejemplo la Educación sexual, Educación ambiental, Educación del consumidor, Educación para la salud, y Educación vial. 

Existen otros posibles temas, que pudieran implementarse, dependiendo la circunstancia y sus necesidades. Por ejemplo: Educación en democracia, Educación en técnicas de estudio, Educación para la convivencia, Educación en economía, Educación en técnicas de auto-reflexión, Educación para la autonomía en la vida cotidiana, etc...).
La finalidad de los temas transversales es contribuir al desarrollo integral de la persona, y capacitarla para que desde la práctica aborde una auténtica participación social con responsabilidad en los problemas que le son próximos (De la Cruz, 1999, p. 157).
Según Celorio (1992) los temas transversales contienen las siguientes características:

  • Se centran en cuestiones problemáticas de nuestras sociedades: violación de derechos humanos, deterioro ecológico fisicosocial, sexismo, racismo, discriminación, violencia estructural, subdesarrollo, etc.
  • Impugnan un modelo global poco solidario y reproductor de injusticias sociales.
  • Introducen a escuela estas problemáticas no como materia curricular, sino como enfoque orientador crítico y dinámico.
  • Promueven una transformación de los sistemas de enseñanza-aprendizaje tradicionales (y sus cosmovisiones)  mediante la reflexión crítica.
  • Educan en valores, que en el planteamiento de problemas desempeñan un papel fundamental, como medio para reconocer el conflicto y educar desde él.
  • Promueven visiones interdisciplinares, globales y complejas, pero que faciliten la comprensión de fenómenos difícilmente explicables desde la Óptica parcial de una disciplina o ciencia concreta.
  • Rompen con las visiones dominantes, que trasmiten y justifican el etnocentrismo, el androcentrismo y la reproducción de injusticias y desigualdades.
  • Implican a los alumnos y profesores (como agente creador, intelectual y crítico) en el proceso de aprendizaje en aulas plenamente cooperativas y participativas.
  • Conectan al alumnado con elementos de la vida cotidiana, provocando la  empatía y recogiendo las preocupaciones socio-afectivas de las chicas y chicos. (Celorio, 1992, en Yus 1998, p: 4)

Los temas transversales son interpretados por diversos autores como puentes entre el conocimiento vulgar y el conocimiento científico, en el sentido de conectar lo académico con la realidad o con los intereses del alumnado, lo que revertiría en una mayor funcionalidad en los aprendizajes (Yus,1998, p: 4) .
 La esencia de la transversalidad son los valores, pues sobre ellos giran los temas transversales (Morón, 1997). Es evidente que una sociedad para su funcionamiento requiere de valores, y que  la escuela y los educadores, conciente o inconcientemente,  trasmiten determinados valores a los estudiantes, pero es momento de que los estudiantes también participen activamente en el análisis, reflexión y crítica de esos valores, que muchas veces ya son obsoletos, y en la medida en que esto suceda, los estudiantes  mismos se responderán el para qué de la educación, su utilidad,  finalidad circunstancial, en función de las necesidades sociales. La transversalidad en esencia es una educación moral, pero de una moral en “un ámbito de entendimiento y de creatividad colectiva” (MEC, 1992. en Muñoz de Lacalle, 1997, p. 165).
De los cuatro pilares de la educación expresado en el informe de 1996 de la UNESCO (Delors, 1996, p 34): aprender a hacer, aprender a aprender y aprender hacer, y aprender a vivir juntos, mientras los tres de los pilares apuntan al desarrollo del individuo,  es en el cuarto pilar, “aprender a vivir juntos” donde la transversalidad se inserta para  completar y  cubrir carencias en la educación actual.
En el caso de México, la noción de transversalidad fue incluida a partir de la reforma educativas del año 2006 cuando se comenzó a implementar a nivel secundaria el Modelo por Competencias. A nivel docente se realizó un curso sobre la transversalidad en los llamado Talleres Generales de Actualización, en el año 2007 bajo el título “La formación de valores en la escuela secundaria” en el que se revisó y discutió con el fin de implementar en el aula los valores o mejor dicho, los temas transversales.