lunes, 30 de julio de 2012

2.2.4 Teoría De Las Inteligencias Múltiples



Howard Garder
Inteligencia, nos dice Gardner (2001, p:5), es la “capacidad de resolver problemas, o de crear productos, que sean valiosos en uno o más ambientes culturales.” Pero además menciona que no se trata de una sola inteligencia, sino que hay siete y que cada inteligencia puede aplicarse a un amplio abanico de ámbitos culturales. Un ámbito puede ser un deporte, la práctica de una ciencias, de un arte etc. En el proceso de socialización, un individuo interacciona en diferentes ámbitos de la cultura. Los ámbitos requieren de la destreza de un conjunto de inteligencias, y las inteligencias a su vez pueden aplicarse, como ya se mencionó, a varios ámbitos culturales.
Cuando una persona, al desarrollar una inteligencia y adquirir cierta destreza destaca en un ámbito, y más aún, si la cultura en la que vive emite un juicio sobre su desempeño,  la noción de Campo entra a escena. “El campo —un constructo sociológico— comprende a la gente, las instituciones, los mecanismos de premiación y todo lo que hace posible emitir juicios acerca de la calidad del desempeño personal. Lo cual quiere decir que en la medida en que un campo nos juzgue competentes, es probable que tengamos éxito en él; o por el contrario, si el campo no evalúa el nuestro  trabajo, o si lo juzga  deficiente, entonces se verán radicalmente coartadas nuestras oportunidades de éxito.” (Gardner, 2001, p. 9). De esos  juicios valorativos se desprende el hecho de que un individuo sea considerado innovador y creativo. Por cierto que Gardner menciona que la creatividad es el resultado de la interacción entre inteligencias, ámbitos y campo,  o lo que es lo mismo, de la interacción entre capacidades y valores de un individuo;  los ámbitos culturales donde ese individuo aplique sus inteligencias y valores;  y los juicios emitidos por la cultura sobre la competencia de dicho individuo. En contrasentido, tener limitada una inteligencia no implica que se sea incapaz de aprender un conocimiento particular, pues están las otras inteligencias mediante las cuales el individuo puede aprender un determinado conocimiento. Las inteligencias se retroalimentan.  El hecho de que en una sociedad no se aprecie una inteligencia específica no implica que se carezca de ella, más bien implica que es el ambiente el que está determinando la escasa valoración de dicha inteligencia. Podríamos afirmar que nuestra sociedad está nulificando a la inteligencia musical. ¿Cómo lo hace? Ignorando y haciendo de lado a la inteligencia musical, con la tendencia cada vez más marcada de la expulsión de su estudio y práctica formal en los programas de las instituciones educativas.  Hay un analfabetismo musical. El mismo Gardner lo menciona en su libro. ¿Acaso ese analfabetismo musical  no es responsabilidad de las instituciones educativas? 
Según Gardner, la inteligencia musical es la que surge más temprano y se muestra incluso antes que la capacidad lingüística, que incluso no hay individuos no musicales y que la naciones que han apostado a la competencia musical (como los casos de China, Japón), esta ha influido positivamente en otros ámbitos de su cultura y no es casual que esas naciones sobresalgan mundialmente.
Una persona con inteligencia musical  competente  es creativa e innovadora.  ¿y quién representa a ese tipo de personas con una inteligencia musical competente?:  Los compositores, pues son ellos quienes trabajan con los elementos de la música sonidos, silencios, tonos, timbres, ritmos, armonías, melodías, repeticiones, contrapuntos de manera innovadora y creativa. Organiza los elementos de tal manera que a una obra la dota de ciertas cualidades simbólicas que respondan a las necesidades de su cultura. Stravinski, en Gardner (2001) dice que “Un compositor trabaja en la encarnación de sus sentimientos y, desde luego, se pueden considerar como los expresa o simboliza." 20 (Gardner, 2001, p: 92)
No todos somos compositores, pero todos poseemos la inteligencia musical. Escuchamos música y la disfrutamos;  cantamos, imitamos ritmos, silbamos, producimos melodías con silbidos;  aún y cuando jamás hayamos tomado una sola clase de música. No importa si sabemos de estructuras rítmicas, de relaciones armónicas o de técnicas de composición, la música nos quiere decir algo, nos dice algo y la “entendemos”. Basta voltear alrededor para ver que cada vez hay más jóvenes que, siguiendo sus impulsos, practican y “hacen” música de “oído”, “feelling”, “líricamente” o como dice Gardner, de modo “figurativo” , con sus propios medios, en sus propios ambientes, cosa loable sin duda, pero, ¿y qué pasaría si esa actividad se hiciera de manera conciente, o más aún autoconciente?
La habilidad musical no quiere decir que la persona sea necesariamente un profesional de la música (puede ser eso y más). La práctica de la música consiste –al igual que en la antigua Grecia platónica- en la formación del carácter.  Dice Gardner  que “el logro musical no es un reflejo estricto de la habilidad innata sino que puede derivarse del estímulo y adiestramiento culturales.” (Gardner, 2001, p: 97). Sin embargo, nuestra cultura, en la escuela,  le ha dado prioridad al lenguaje o a las matemáticas y se ha relegado a la música a un lugar muy secundario. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario