![]() |
Howard Garder |
Inteligencia,
nos dice Gardner (2001, p:5), es la “capacidad de resolver problemas, o de
crear productos, que sean valiosos en uno o más ambientes culturales.” Pero
además menciona que no se trata de una sola inteligencia, sino que hay siete y
que cada inteligencia puede aplicarse a un amplio abanico de ámbitos
culturales. Un ámbito puede ser un deporte, la práctica de una ciencias, de un
arte etc. En el proceso de socialización, un individuo interacciona en
diferentes ámbitos de la cultura. Los ámbitos requieren de la destreza de un
conjunto de inteligencias, y las inteligencias a su vez pueden aplicarse, como
ya se mencionó, a varios ámbitos culturales.
Cuando
una persona, al desarrollar una inteligencia y adquirir cierta destreza destaca
en un ámbito, y más aún, si la cultura en la que vive emite un juicio sobre su
desempeño, la noción de Campo entra a
escena. “El campo —un constructo sociológico— comprende a la gente, las
instituciones, los mecanismos de premiación y todo lo que hace posible emitir
juicios acerca de la calidad del desempeño personal. Lo cual quiere decir que
en la medida en que un campo nos juzgue competentes, es probable que tengamos
éxito en él; o por el contrario, si el campo no evalúa el nuestro trabajo, o si lo juzga deficiente, entonces se verán radicalmente
coartadas nuestras oportunidades de éxito.” (Gardner, 2001, p. 9). De esos juicios valorativos se desprende el hecho de
que un individuo sea considerado innovador y creativo. Por cierto que Gardner
menciona que la creatividad es el resultado de la interacción entre
inteligencias, ámbitos y campo, o lo que
es lo mismo, de la interacción entre capacidades y valores de un individuo; los ámbitos culturales donde ese individuo
aplique sus inteligencias y valores; y
los juicios emitidos por la cultura sobre la competencia de dicho individuo. En
contrasentido, tener limitada una inteligencia no implica que se sea incapaz de
aprender un conocimiento particular, pues están las otras inteligencias
mediante las cuales el individuo puede aprender un determinado conocimiento.
Las inteligencias se retroalimentan. El
hecho de que en una sociedad no se aprecie una inteligencia específica no
implica que se carezca de ella, más bien implica que es el ambiente el que está
determinando la escasa valoración de dicha inteligencia. Podríamos afirmar que
nuestra sociedad está nulificando a la inteligencia musical. ¿Cómo lo hace?
Ignorando y haciendo de lado a la inteligencia musical, con la tendencia cada
vez más marcada de la expulsión de su estudio y práctica formal en los
programas de las instituciones educativas.
Hay un analfabetismo musical. El mismo Gardner lo menciona en su libro.
¿Acaso ese analfabetismo musical no es
responsabilidad de las instituciones educativas?
Según Gardner, la
inteligencia musical es la que surge más temprano y se muestra incluso antes
que la capacidad lingüística, que incluso no hay individuos no musicales y que
la naciones que han apostado a la competencia musical (como los casos de China,
Japón), esta ha influido positivamente en otros ámbitos de su cultura y no es
casual que esas naciones sobresalgan mundialmente.

No
todos somos compositores, pero todos poseemos la inteligencia musical.
Escuchamos música y la disfrutamos;
cantamos, imitamos ritmos, silbamos, producimos melodías con
silbidos; aún y cuando jamás hayamos
tomado una sola clase de música. No importa si sabemos de estructuras rítmicas,
de relaciones armónicas o de técnicas de composición, la música nos quiere decir
algo, nos dice algo y la “entendemos”. Basta voltear alrededor para ver que
cada vez hay más jóvenes que, siguiendo sus impulsos, practican y “hacen”
música de “oído”, “feelling”, “líricamente” o como dice Gardner, de modo
“figurativo” , con sus propios medios, en sus propios ambientes, cosa loable
sin duda, pero, ¿y qué pasaría si esa actividad se hiciera de manera conciente,
o más aún autoconciente?
La habilidad musical no
quiere decir que la persona sea necesariamente un profesional de la música
(puede ser eso y más). La práctica de la música consiste –al igual que en la
antigua Grecia platónica- en la formación del carácter. Dice Gardner
que “el logro musical no es un reflejo estricto de la habilidad innata sino
que puede derivarse del estímulo y adiestramiento culturales.” (Gardner, 2001,
p: 97). Sin embargo, nuestra cultura, en la escuela, le ha dado prioridad al lenguaje o a las
matemáticas y se ha relegado a la música a un lugar muy secundario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario